Crónica

  • El Salvador es un país con limitantes en materia de accesibilidad e infraestructura arquitectónica.

Una tarde cálida del 7 de abril del presente año, se presentaba un evento cultural de artistas callejeros denominado “Sombrilla Fest”, un día que reflejaba un buen marco de público en las calles del gran San Salvador, entre ellos se encontraban tres jóvenes uno de ellos con discapacidad, quien, hacia uso de una silla de ruedas para su movilización, pero eso que a podría ser limitante para otros, para ellos no fue mayor reto para disfrutar de esa tarde cultural.

Todos atentos a los recorridos dados por los guías sobre las calles del Centro Histórico de la capital, que mostraba un nuevo rostro. Pero no todo era tan renovado en aquel lugar, puesto que los tres jóvenes pudieron encontrar espacios públicos con poca accesibilidad, lo que coartaba la oportunidad de libre desplazamiento de aquel joven con discapacidad, que era asistido con esfuerzo por sus dos amigos.

Según la Ley de Equiparación de Oportunidades para las Personas con Discapacidad de El Salvador, el artículo. 2, inciso 3 menciona que: la persona con discapacidad tiene derecho a tener facilidades arquitectónicas de movilidad vial y acceso a los establecimientos públicos y privados con afluencia de público.

Por donde pasaban los jóvenes visitantes en ocasiones lograban encontrar rampas, pasamanos entre otras cosas que algunos estaban en mal estado o demasiado inclinados para el caso de las rampas, por lo que impedía también ir al ritmo de los demás en el recorrido por el corazón de la capital.

Eran cerca de las 6:00 PM cuando deciden tomar un descanso y subir a uno de los edificios con la infraestructura más antigua, pero al igual bella con mucha riqueza histórica y arquitectónica; lugar donde antes de disfrutar de un descanso y un tiempo para ver desde otra panorámica aquella renovada capital, experimentarían un nuevo reto para llegar.

Pasan por un pasillo con dimensiones reducidas y en mal estado, se da cuenta que no hay mayores opciones para ingresar al edificio, más que la de acceder por unas gradas en forma caracol. Aquí se pararon a pensar la forma de subirlo hasta la segunda planta.

La Ley de Equiparación de Oportunidades, menciona sobre la accesibilidad en el Art. 12. que: las entidades responsables de autorizar planos y proyectos de urbanizaciones garantizan que las construcciones nuevas, ampliaciones o remodelaciones de edificios, parques, aceras, jardines, plazas, vías, servicios sanitarios y otros espacios de propiedad pública o privada, que impliquen concurrencia o brinden atención al público, eliminen toda barrera que imposibilite a las personas con discapacidades, el acceso a las mismas y a los servicios que en ella se presten. En todos estos lugares habrá señalización con los símbolos correspondientes.

Frente a lo parecía un reto difícil o imposible los jóvenes lejos de la idea de retirarse del lugar, pensaron en un plan para subir y ninguno sé que quedara sin la oportunidad de conocer el lugar.

Fue así como comenzaron la travesía que por momentos se tornaba cada vez más difícil y cansado por la estructura de las gradas, por las personas que también querían subir antes, pero luego a diez minutos se lograron llegar a “El Portal la Dalia”, y se dan cuenta que valió la pena llegar a la parte alta del edificio, pues se sentían triunfadores por lo que lograron, y porque lograron conocer un lugar diferente, con mucha historia y una verdadera joya.

En materia de accesibilidad El Salvador a avanzado notoriamente en el tema de acceso a espacios públicos y privados, pero aún se encuentran muy por debajo del resto de países de Centroamérica y México quienes han comenzado a aplicar la leyes de accesibilidad para personas con discapacidad, la cual exige que todas las edificaciones, empresas constructoras y transporte público, creen infraestructuras para estas personas, a fin de que puedan trasladarse y acceder a cualquier lugar sin ningún impedimento. Mencionan autoridades del Consejo Nacional de Atencion Integral a la Persona con Discapacidad.

Quienes acompañaban a los 3 jóvenes se preguntaban cómo habían logrado subir quedando asombrados por el valor de lograrlo.

Al llegar la hora de retirarse, los jóvenes tuvieron más ayuda para bajar, y al finalizar el día comprendieron de la importancia de contar con espacios accesibles y con el lema “si pudimos con La Dalia, podemos con todo.”

Agradezco a Kevin Castro y Mauricio Rivas, los amigos y grandes personas con quienes no hay grandes o lugar inaccesible que nos detenga.

A %d blogueros les gusta esto: